Eso es lo que pensamos en la CGT sobre el proceso de “desescalada” que va a efectuar la Dirección de Bankia. Tanto en la Red, como en Servicios Centrales.
Una decisión unilateral por parte de la empresa donde ha primado, como siempre, el “presentismo” galopante del que sufren nuestros dirigentes y sus capataces.
Es la cultura de que hay que echar horas. En este caso traducida a que hay que estar “de cuerpo presente” en la oficina o edificio central. O sea, la cultura de que lo que “de verdad importa” es el Negocio (o el supuesto negocio, que esa es otra) antes que otros parámetros, en este caso la Salud.
Y no estamos diciendo con esto que no les importe nuestra salud. No es eso. Porque valoramos positivamente muchas medidas que se han tomado para intentar salvaguardarla. Tanto materiales (geles, mascarillas, mamparas, guantes, limpieza), como de prevención (teletrabajo en sscc, turnos en las oficinas, conciliación por hijos, colectivos vulnerables, eliminación de trabajo por las tardes en oficinas…). Aunque bien es cierto que alguna de esas medidas se ha tomado un poco tarde y un poco a “regañadientes”. Pero lo importante es que se han tomado.
Por eso, si llevábamos buen camino:
¿Qué sentido tiene que la plantilla de Servicios Centrales vuelva a su puesto de trabajo físico en estos, o muy próximos, momentos cuando en la mayoría de los casos no tienen ningún problema para seguir cumpliendo perfectamente su función con el teletrabajo?
¿Qué sentido tiene que los directores de las oficinas no puedan entrar a partir de mañana en turnos de teletrabajo cuando son la parte de la oficina que mejor lo puede hacer tanto por los medios materiales de los que disponen como por su tipo de trabajo?
¿Qué sentido tiene que se reduzca el número de personas que van a entrar a partir de mañana en los turnos de teletrabajo de las oficinas, cuando precisamente ahora se les ha dotado de medios para hacerlo y además no se espera que la clientela “lo vaya a petar” presentándose en manada en las oficinas exigiendo firmar hipotecas, hacer seguros y/o contratar fondos de inversión?
Entonces, ¿no es un poco precipitada la vuelta física al trabajo cuando todavía hay muchas partes del país, en las que concentramos gran parte de nuestro negocio y nuestra plantilla, que no han pasado ni de la fase 0 en el plan de desescalada del Gobierno?
¿Por qué no esperamos a ver cómo va evolucionando esta pandemia antes de forzar la vuelta de la plantilla con el riesgo que existe todavía tanto en los desplazamientos de ida y vuelta en el transporte público en las grandes ciudades, como con el que existirá por el aumento del “contacto” que inevitablemente se va a producir en oficinas y edificios?
Porque no nos engañemos: está claro que existe un deseo y una necesidad por nuestros directivos de hacer negocio. Que también es el nuestro. Al fin y al cabo nuestras nóminas mensuales dependen de ello. Pero, dicho esto, las prisas son malas consejeras.
Y más, cuando la cosecha esperada (posible, o no, aumento del negocio) igual no compensa todavía el precio a pagar (nuestra salud).
Salud.