AHORRO
En noviembre, nos enfrentamos a unas elecciones sindicales en nuestro sector, elecciones que debido a la traumática trasformación que han sufrido nuestras entidades y a los importantes cambios que se avecinan (convenio sectorial, reestructuración de las entidades después de las fusiones, modificación de horarios y condiciones, etc.) resultan fundamentales y merecen una profunda reflexión, de porqué hemos llegado a esta situación y qué errores se han cometido, para intentar que el futuro de las antiguas cajas de ahorro abandone la deriva en la que se encuentra.
DE DONDE VENIMOS
A la celebración de las anteriores elecciones del año 2010, si bien ya existían algunos indicios que apuntaban a una crisis del sector, nadie podía imaginar el cataclismo que se avecinaba. La mayoría de las cajas gozaban de una aparente buena salud, a pesar de que la gestión de las mismas absolutamente politizada y puesta al servicio de los partidos políticos gobernantes en las distintas administraciones públicas de los territorios en los que operaban, pero además de esta gestión errática, la banca había empezado a tejer sus redes, para conseguir acabar con su principal enemigo: unas entidades financieras que se encontraban fuera del control de los grandes lobbies y que además destinaban sus beneficios en proyectos de interés social, en vez de en repartir las ganancias entre sus accionistas.
Pues bien, la combinación de la ineptitud de sus consejos de administración con sus políticas cortoplacistas y partidistas, la insaciable sed de poder de los grandes bancos y la colaboración necesaria e interesada de un gobierno que quería crearse su propio banco provocó el comienzo del proceso de desmantelamiento de las cajas de ahorro.
Se las declaro culpables absolutas y únicas de la crisis del sector financiero, utilizándolas de parapeto para el resto del sector, permitiendo que su gran «enemigo», la banca, escondiera sus miserias detrás del revuelo provocado. Esto ha permitido que unas entidades que eran el orgullo del sector financiero europeo hayan desaparecido mientras que los grandes bancos hacían su agosto esperando la desbandada de una clientela asustada y los regalos en forma de adquisiciones a precio de saldo de las cajas una vez saneadas por el erario público.
LA PLANTILLA
Ante este desolador panorama, desde los medios de comunicación han dado una importante cobertura a todos los perjuicios que han sufrido los clientes de las cajas de ahorro (preferentes, OPV’s, desalojos, etc.), hechos cuya gravedad hace que sin duda merecieran incluso más cobertura de la que han tenido, pero es significativo que un colectivo tan dramáticamente afectado en esta crisis como es la plantilla de las cajas de ahorro, solo haya aparecido en los medio de comunicación para ser apuntados como colaboradores de los desmanes de una dirección oscurantista avalada por las instituciones y empresas que tenían la obligación de controlar su gestión: BANCO DE ESPAÑA, CNMV y EMPRESAS AUDITORAS.
Y las plantillas de las cajas de ahorros hemos sufrido como nadie esta situación, nos hemos enfrentado de forma simultánea al linchamiento público que ha significado el ser señalados como responsables de la comercialización de productos tóxicos (de los que curiosamente muchos de nosotros éramos propietarios), a la caída en picado de nuestros derechos laborales (retribución, clima laboral, prolongaciones de jornada, etc.) y a procesos de reestructuración de las plantillas (ERE’s, ERTE’s, externalizaciones, etc.) que todavía no han terminado.
Lo peor de esto, ha sido que todo ha acaecido con la connivencia de los sindicatos institucionales, que ateniéndose a oscuros intereses particulares han mirado hacia otro lado ante los flagrantes atentados cometidos contra las plantillas a las que representaban. Han cooperado con unos ERE’s crueles diseñados al amparo de una reforma laboral hecha ex profeso para reestructurar el sector, han cerrado la boca ante las continuas presiones a la plantilla para prolongar la jornada y han pensado en mantener sus privilegios y prebendas antes que en defender a los trabajadores.
2014
Es hora de que los trabajadores recuperemos las riendas de la defensa de nuestras condiciones laborales para conseguir dignificar de nuevo nuestra profesión y para contribuir a conseguir una gestión más ética de nuestras empresas y eso sólo lo vamos a conseguir si decidimos apostar por la participación en vez de por la resignación. Si queremos que las cosas cambien a mejor, tenemos que apostar por un cambio de actores en las relaciones laborales y, además, porque uno de esos actores sea cada uno de nosotros, en definitiva por conseguir que nuestras voces no caigan en saco roto y que nuestra opinión sea tenida en cuenta para la toma de cada una de las decisiones que atañen a nuestro futuro y eso hoy sólo lo podemos conseguir desde un sindicato como la CGT cuyas señas de identidad son la horizontalidad y la defensa a ultranza de los derechos de los trabajadores.
El sindicalismo mayoritario ya ha demostrado su papel, colaborador necesario de la reconversión del sector. Han firmado todos los ERE’s y además se han mostrado incapaces incluso de hacer cumplir los acuerdos. Desde CGT, en la medida de lo posible, hemos tratado de combatir estos acuerdos con la movilización y la impugnación ante los tribunales.
El último escándalo destapado, el de las tarjetas black de Cajamadrid, ha supuesto un profundo estupor en la sociedad, que ha visto cómo personajes que estaban conduciendo a una de las entidades financieras más representativas de nuestro país a la banca rota, dilapidaban más de 15 millones de euros en siniestras gratificaciones opacas al fisco. Pero a los trabajadores del sector, esta indignación ha llegado mucho más allá, al constatar que entre los beneficiarios de estas tarjetas se encontraban representantes de los sindicatos mayoritarios en esta entidad (CCOO, UGT y ACCAM), que han mercadeado con los derechos laborales de sus compañeros a cambio de estas dávidas. Y lo que es peor, no podemos dejar de pensar que el precio de los puestos de trabajo de los más de 10.000 compañeros que han sido despedidos en los dos ERE’s que ha sufrido Bankia desde su nacimiento y que han contado con la aprobación de estos tres sindicatos estaba marcado en el límite de esas tarjetas.
La situación tiene que cambiar y estamos a tiempo, pero para ello, es necesario implicarse, participar en la medida de las posibilidades para tratar de mejorar nuestro entorno laboral. Los ejecutivos son voraces, buscan cuadrar sus números para llevarse suculentos salarios y a la hora de justificar su incompetencia siempre buscan achacar fallos en la plantilla. La movilización y la presión son necesarias para defender nuestros puestos de trabajo, es la hora de cambiar y transformar la resignación en rebeldía y participar, sin manipulaciones ni ejecutivas que firman sin consultar. No hay que resignarse, empieza a cambiar, apoya a la CGT.
Madrid, 18 de octubre de 2014