Hace tiempo que CaixaBank ha traspasado los límites del patetismo en su sometimiento ante Negocio, es lamentable ver a grandes profesionales de todos los ámbitos del banco impotentes e incapaces para efectuar cambios de calado que puedan cambiar la deriva de una entidad que ha supeditado todo en pos de su avaricia por el dinero.
Es habitual que en las solicitudes sindicales con respecto a cualquier tema, ya sea teletrabajo, reducción de objetivos, mejoras en la presión comercial o reuniones fuera de horario, recibir como respuesta un lacónico “es decisión de Negocio”, como si esto fuese un tótem inamovible que hay que asumir, como si “Negocio” no fuesen personas a sueldo de la empresa que deben, como todos, someterse a los intereses generales de la entidad, no a engordar el tamaño de sus bolsillos para irse con ellos llenos cuando lo hayan destruido todo.
Y, claro, para eso los trabajadores no somos más que un medio al que explotar, como si los trabajadores no fuésemos personas con nombres y apellidos, con nuestras vidas y nuestras circunstancias, por eso somos “retail”, somos “backoffices”, somos “hubs”,… Somos sillas llenas o vacías. Y cada vez hay más sillas vacías.
Cuando los mercaderes se hayan repartido el resultado de nuestro trabajo, cuando se hayan ido del templo con sus sacas llenas, lo que dejarán atrás es la depresión de Blanca que aun hoy sufre vómitos y arcadas al pasar por delante de una oficina de CaixaBank; dejarán el cáncer de mama de Nuria, de Gema o de Ana (descansa en paz, amiga, te echamos de menos cada día),; las tres operaciones de tobillo de Pedro por el accidente in itínere por tener que ir a trabajar un día de lluvia intensa pudiendo teletrabajar; o las pastillas que permiten a María salir todos los días de la cama para llevar a su hija al colegio y no ponerse a llorar cada vez que le dice “mamá, ¿por qué estás siempre triste?”.
Personas reales con problemas reales y vidas reales. Somos todo eso que no cabe en sus Excels ni en sus grandilocuentes discursos ante los accionistas.
A CaixaBank le está costando terriblemente tomar medidas preventivas para salvaguardar la seguridad de sus empleados porque ha cedido a los mercaderes la toma de decisiones con respecto a la vida de sus subordinados y, claro, estos mercaderes solo se preocupan de su siguiente bonus. En las recientes lluvias torrenciales que han azotado nuestro país, entidades como Mapfre, las distintas universidades regionales, los propios Santander y BBVA o, incluso, las mismas empresas del grupo que dan servicio en CaixaBank como CaixaBank Tech mandaban a casa a sus empleados, aquí se obligaba a departamentos enteros y oficinas a acudir a su puesto de trabajo poniendo en riesgo a la totalidad de su plantilla e incitándoles a ampliar sus ventas de seguros “aprovechando” la situación.
Por ejemplo, está el caso de los compañeros que dan servicio en los hubs de testamentarías e hipotecario, decenas de compañeros a los que se les obligó a ir presencialmente a trabajar en alerta roja pese a que su labor es íntegramente administrativa y a los que se les puso en riesgo de forma deleznable en dos ocasiones. La primera al hacerles acudir a su centro de trabajo por la mañana en pleno diluvio y la segunda al volver a mandarles a casa a mitad de la mañana por lo peligroso de la situación.
Hacer las testamentarias de los demás hasta que tus compañeros tengan que hacer la tuya parece que es la política de personal adoptada por este departamento para su plantilla.
De absolutamente nada sirven las interminables reuniones de prevención si luego estos departamentos no tienen fuerza alguna para implantar medidas de mejora porque choca con la necesidad del directivo o supervisor de turno que se cree que sus intereses personales están por encima de los de la empresa y de sus trabajadores.
Mientras no echemos del templo a los mercaderes, esta entidad está abocada a desangrarse a nivel humano. Cada nombramiento nos trae comportamientos cada vez más despóticos y tiránicos, se sigue humillando con rankings, se siguen poniendo reuniones inútiles en jornada de tarde, se sigue presionando hasta la fractura personal, se sigue negando el teletrabajo no por motivos técnicos sino por cuestiones de “Negocio” tirando por tierra cualquier intento de mejora del clima laboral.
Pero, ¿puede la decisión de un directivo, una directora de operaciones o un supervisor estar por encima del propio sentido común, de la propia seguridad personal o del propio interés de la entidad?
¿Puede depender tu salud o la de tu familia de la decisión de un directivo que pone por delante sus ínfulas a nuestras vidas?
¿No hay nadie en esta casa que pare el deterioro de humanidad que estamos viviendo?
¿Se eligen conscientemente determinados perfiles de supervisión o cambian estas personas cuando se ven con poder y enormes incentivos variables?
¿Es la persona o el nombramiento?