El presidente del banco ha comunicado a Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell la necesidad inminente de fondos ante la fuga masiva de depósitos de los clientes.
Vuelco total en la estrategia para sacar a Banco Popular del riesgo de bancarrota. Según han confirmado hasta tres fuentes financieras, Emilio Saracho, presidente de la entidad desde el pasado mes de febrero, ha contratado a JP Morgan y Lazard para que pongan en marcha la venta urgente de la entidad, en riesgo por la salida masiva de depósitos por parte de los clientes particulares e institucionales. La decisión fue adoptada el pasado viernes 5 de mayo tras analizar los datos de fondos retirados en los tres últimos meses.
Saracho llamó ese mismo día a los cinco presidentes de los principales bancos españoles para comunicarles que la única solución para salvar al Popular es una venta inminente y la toma de control por uno de los grandes competidores previa aportación del capital suficiente para garantizar su solvencia. Así se lo hizo saber a Ana Botín (Banco Santander), Francisco González (BBVA), Jordi Gual (CaixaBank) e Isidre Fainé (La Caixa), José Ignacio Goirigolzarri (Bankia) y Josep Oliu (Sabadell). Según datos de la Asociación Española de Banca (AEB), la fuga de depósitos del Popular ascendió a más de 6.000 millones en enero, goteo que ha continuado en los meses siguientes.
Saracho se ha visto forzado a activar la medida más drástica y desistir de vender activos de forma progresiva para mejorar los ratios de capital
Previamente, el antiguo responsable de banca de inversión para Europa y vicepresidente mundial de JP Morgan había informado al ministro de Economía, Luis de Guindos, de lo delicado de la situación del Banco Popular. Ante la salida continuada de depósitos y el cierre de fuentes externas de financiación, el banco corre el grave riesgo de declararse en quiebra, por lo que Saracho se ha visto forzado a activar la medida más drástica y desistir de vender activos de forma progresiva para mejorar los ratios de capital y cumplir con las exigencias del Banco Central Europeo (BCE).
La decisión supone poner patas arriba la estrategia que hasta ahora había adoptado Saracho de desprenderse de negocios como TotalBank, la filial estadounidense, WiZink, su división de tarjetas de crédito, Targobank —la entidad creada en asociación con Crédit Mutuel— y hasta la actividad de seguros. Ahora todo queda parado porque Saracho considera que la única fórmula para garantizar la viabilidad del banco es la venta completa e inminente del conjunto del grupo, al que se le calcula un déficit de recursos propios de hasta 4.000 millones.
De hecho, el presidente del Popular ha pedido a los presidentes de sus competidores que presenten las ofertas vinculantes en los próximos 20 o 30 días como máximo, plazo que pone de manifiesto el verdadero estado de salud del que fue el banco más rentable y saneado de España hasta la presidencia de Ángel Ron. La venta debe estar cerrada, según las mismas fuentes, este mismo verano. Guindos, que hasta la fecha había defendido la solvencia del Popular, ha dado su visto bueno y ha pedido a los interesados que echen el resto.
Tras conocerse la noticia, minutos antes de que cerrara el mercado, las acciones de Banco Popular han registrado breves episodios de volatilidad. La cotización ya venía con un lastre superior al 4% antes de conocerse su intención de venta urgente. Sin embargo, tras conocerse la información, los títulos de la entidad han llegado a caer más del 8%, para finalmente cerrar con un descenso del 6,64%, que sitúa el precio de cada acción en los 0,78 euros.
BBVA y Santander, los grandes candidatos
Los que más opciones tienen de comprar la entidad son BBVA y Santander, con los que la antigua directiva ya mantuvo reuniones a finales del pasado año cuando Ron vio peligrar su cargo de presidente. Más aún, se da como favorita para esta puja a la entidad dirigida por Francisco González, que ya presentó una oferta no vinculante meses atrás, cuando la institución próxima al Opus Dei advirtió de las pérdidas multimillonarias que arrastra por su cartera de préstamos fallidos.
No obstante, otras fuentes apuntan a que, pese a las últimas declaraciones de Ana Botín en las que aseguraba estar centrada en el crecimiento orgánico, no hay que olvidar el histórico carácter agresivo del Santander a la hora de engullir bancos con problemas, como ocurrió con Banesto y Central Hispano. CaixaBank ha comunicado que no está por la labor de pujar por Popular debido a que está inmersa en la integración del portugués BPI, adquirido el pasado año tras un periodo largo de disputas con uno de sus accionistas.
Saracho quiere evitar a todas luces imágenes como las que se produjeron años atrás en otras entidades con clientes a las puertas de las oficinas exigiendo la devolución de sus ahorros. Una foto que dañaría aún más la solvencia del banco y la de España como país en un momento en el que Mariano Rajoy y Guindos exhiben por Europa la sólida recuperación de la economía nacional.