El Banco Santander lleva incumpliendo sistemáticamente, desde su firma en el año 2007, el Plan de Igualdad, al menos, en lo relativo a la adecuación de objetivos en proporción a la jornada de trabajo en los casos de reducción de jornada.
Corría el año 2007 cuando, en cumplimento de la –Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres-, se firmaron, tanto en Banco Santander como en Banesto, sendos planes de igualdad. En este último Banco, firmado personalmente por la actual presidenta.
Desde su firma, el Plan de Igualdad existente en Banco Santander, que es el vigente por razones obvias a día de hoy, ha ido incorporando algunas de las medidas existentes en los planes de Banesto y Banco Popular. Medidas incorporadas a modo de parche, aprovechando los procesos de homologación de condiciones llevados a cabo con motivo de las fusiones de ambos bancos en año 2013 y 2018 respectivamente.
Tristemente estos procesos de fusión le han servido al Banco para recortarnos derechos, también en temas de igualdad, ya que por el camino se han quedado buenas medidas que tenían los bancos absorbidos y que Recursos Humanos no ha querido incorporar.
En la última negociación de homologación de condiciones, fruto de la fusión con Banco Popular y Banco Pastor, desde CGT propusimos, sin fortuna, la negociación de un nuevo Plan de Igualdad integral que pusiera a Banco Santander, aprovechando el “feminismo” de nuestra presidenta, a la vanguardia de las empresas que apuestan realmente por conseguir la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
Sí ya son tristes de por si los recortes, más intolerables son los incumplimientos de lo firmado. Desde el año 2007 el banco lleva incumpliendo sistemáticamente el Plan de Igualdad en lo relativo a la adecuación de los objetivos en proporción al tiempo de trabajo, en los supuestos de reducción de jornada.
Un incumplimiento amparado en que tras once años, y a pesar de haber acometido dos complejas integraciones tecnológicas, no han sido capaces de adaptar los sistemas informáticos para realizar lo que, a simple vista, no es más que una regla de tres.
Esta falta manifiesta de voluntad está perjudicando gravemente, tanto al personal acogido a reducción de jornada, como a la unidad a la que pertenece. Al primero porque se le exige, con el impacto negativo que ello conlleva en su valoración del desempeño y en su retribución variable, el cumplimiento de unos objetivos fijados como si trabajase a jornada completa y a la unidad, porque esta errónea objetivación, igualmente la impacta al estar más inflados los objetivos de la misma.
Desde CGT hemos tratado, desde hace bastante tiempo, de revertir con diálogo esta situación. Diálogo de sordos, ya que la Empresa ha ninguneado nuestras demandas, lo que nos llevó en el pasado a realizar una campaña de denuncias en las Inspecciones Provinciales de Trabajo de la Seguridad Social y ahora tras, sus resoluciones favorables y tras la persistencia de la Empresa en incumplirlas, nos ha llevado a tener que interponer un conflicto colectivo, que sin duda acabará con una condena por incumplimiento del Plan de Igualdad. Una condena que servirá para desenmascarar el supuesto feminismo del que algunas presumen. Sra. Presidenta, dime de que presumes y te diré de lo que careces.