Ayer martes 10 de octubre, tuvo lugar la cuarta reunión de la mesa negociadora del ERE, en la que la empresa nos trasladó una nueva propuesta con medidas más light que las iniciales, basadas en tres puntos:
- Bajadas de sueldo al colectivo “desviación salarial”, que afecta según la empresa a 331, esta reducción salarial sería en función del rol y podría llegar hasta un 30%.
- Prejubilaciones a partir de los 58 años, con un 75% del salario fijo bruto, descontando la prestación por desempleo, hasta los 63 años.
- Despidos con 30 días por año y un máximo de 18 mensualidades
Desde CGT, en nuestra intervención hemos vuelto a solicitar los datos, que todavía no nos han pasado, solicitados en la segunda reunión, hemos insistido ya que la información proporcionada por la empresa es insuficiente para poder analizar con detalle la situación actual de Indra, y con los datos solicitados no vemos justificación alguna a este brutal atentado contra la clase trabajadora.
Un dato significativo a tener en cuenta sobre los desasignados y la documentación aportada al respecto, la empresa indica que ha aumentado, pero no indica que este aumento se debe a la situación coyuntural, y se puede observar que desde abril hasta septiembre la disminución de disponibles ha bajado considerablemente de 574 a 372, esto supone una disminución del 35,2% y en clara tendencia decreciente.
Otro dato a tener en cuenta es la disminución de la plantilla, que según el gráfico la plantilla ha disminuido, algo lógico, al tener en cuenta que se ha creado una empresa nueva en el grupo Indra (Minsait Payments Systems S.L.U.) con un trasvase de trabajadores/as de más de 900 personas, además del paso de trabajadores/as de ISTI a SIA.
Y por ultimo y no menos importante es la información dada sobre formación, que nos da vergüenza ajena indicar lo que nos han pasado de lo solicitado, una verdadera vergüenza. Este aspecto para nosotros es importante ya que, si se invierte en formación de calidad, es posible que la tan mencionada obsolescencia, se pueda rebatir y reorientar a los activos obsoletos.
Todas estas circunstancias nos llevan a concluir que, si, conforme se desprende de las cuentas de la empresa, el descenso en los resultados no tiene su origen en los costes de personal, sino en una grave depreciación del valor de los activos en los que se basa gran parte del negocio, así como en la falta de actividad de algunos trabajadores, que son la otra parte del negocio, la solución debería incidir en la recuperación del valor de estos activos que se han depreciado o la creación de nuevos productos, aprovechando el conocimiento y la profesionalidad del personal desasignado.
El despido colectivo sin atender a los problemas detectados en los activos conllevaría a la descapitalización de la empresa que, ante un deterioro del producto comercializado, se conforma con disminuir su tamaño en lugar de apostar por una inversión en su propio negocio con el personal que ya tiene disponible y con suficientes capacidades para abordarla.
La formación sería clave en esta propuesta de valor, para actualizar y adaptar los conocimientos de la plantilla a las nuevas necesidades del mercado además de ser un claro ejemplo de inversión y apuesta por el crecimiento de esta gran compañía.
Seguimos creyendo que este ERE con las nuevas medidas propuestas por la empresa, es un despropósito para salvar la gestión de una empresa recién creada en lugar de apostar por la innovación, y que pone de manifiesto la falta de estrategia y la mala planificación del equipo directivo.