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El primer convenio que regula el derecho ante la inteligencia artificial

Banca y sindicatos firmaron un novedoso acuerdo que evita quelas entidades tomen decisiones sobre el empleado basadas solo en algoritmos

Bankinter, Bankia, CaixaBank y BBVA presentaron la semana pasada sus resultados correspondientes al año del Covid. Y parece que han logrado dar carpetazo al ejercicio mejor parados de lo que inicialmente se esperaba. Cierto es que todos han experimentado caídas de sus beneficios en mayor menor medida, pero han logrado que el Banco Central Europeo (BCE) les autorice a repartir dividendo, aunque sea menguado.

Solo el 15% del beneficio de 2020, aunque todo indica que ya en septiembre podrán volver a remunerar al accionista con normalidad. Hoy presentará resultados Banco Saba­dell, el único de los grandes que no pagará dividendo a sus accionistas con cargo al ejercicio que acaba de finalizar. El martes lo harán Unicaja y Liberbank, y cerrará las presentaciones Banco Santander, que también anunciará dividendo.

De esta forma, parece que las cosas se van normalizando en la banca, aunque lo peor puede que esté por pasar. Los impagos a consecuencia de la pandemia y por lo tanto de la paralización de la economía todavía no han aflorado. Se esperan para el segundo semestre de este año. Aunque, si se hace caso a las entidades que han ido pasando por la palestra, todas han coincidido en que las provisiones que han realizado durante el pasado ejercicio cubrirán gran parte de esta subida de la morosidad.

De los resultados también destaca el buen comportamiento del negocio durante el último trimestre del año. CaixaBank comunicó que había batido récord de negocio, mientras que Bankia logró un destacado crecimiento en la concesión de hipotecas. Un 14,3% más. Colocó 1.000 millones de euros en créditos para la compra de viviendas de octubre a diciembre, nivel que supera el registrado en la precrisis. BBVA ganó en ese periodo 1.320 millones, ganancias superiores a las del cierre de ejercicio, que fueron de 1.305 millones.

Por cierto, el jueves fue la despedida de Bankia. La próxima rueda de prensa que celebre será ya bajo el paraguas de CaixaBank. Bankia habrá desaparecido como entidad financiera y como marca al ser absorbida por la firma de origen catalán.

Pero la semana que acaba de finalizar dejó una sorpresa en el sector empresarial español. El fondo australiano IFM anunció su intención de lanzar una opa sobre el 22,7% de Naturgy. Toda una sorpresa para el mercado.

La Caixa, máximo accionista de la gasista, con el 24,8%, aún no se ha pronunciado oficialmente sobre sus intenciones, pero todo apunta a que seguirá en el capital de la empresa, aunque con una participación ligeramente inferior, según señalan algunas fuentes cercanas a la operación. Los que sí han respondido han sido otros dos accionistas de referencia, Rioja Acquisition y GIP, con el 20,7% y el 20,6%, respectivamente. Ambos han rechazado la oferta.

Pero a raíz de esta operación se ha vuelto a abrir un debate: el papel de los fondos en el capital de las empresas estratégicas españolas. Es cierto que es sano que los mayores inversores del mundo se interesen por las compañías del país, el problema es cuando quieren invertir a precio de saldo, que no es el caso, o con motivos especulativos, para abandonar el capital de la empresa en cuestión al cabo de un lustro o algo más de tiempo, tras haber conseguido la rentabilidad deseada. Pero tampoco parece el caso de IFM, que pretende, según ha explicado, convertirse en un accionista estable en Naturgy.

El problema es que, “si en España se fomentase el ahorro, a lo mejor en vez de un fondo internacional sería uno español el que invertiría en las empresas estratégicas”, reflexionaba el jueves un directivo de un banco inversor.

“Hace años eran las cajas de ahorros las grandes accionistas del país. Ahora solo queda La Caixa como recuerdo de esos brazos inversores”, recuerda un empresario, quien subraya que en estos tiempos lo que hay en el mundo es liquidez, mucha liquidez para invertir, pero no tantas grandes y fiables apuestas donde meter el dinero.

Bueno, en este caso habrá que esperar un tiempo aún para conocer el desenlace de esta operación que tiene todos los visos de salir adelante, según el mercado.

Cambiando de tercio, pero también sucedido la semana que acaba de finalizar, los sindicatos y la banca, a través de su patronal, la AEB, lograron, por fin, firmar el convenio colectivo del sector por un periodo de cinco años (2019 a 2023).En estos años la banca garantiza subidas salariales, con excepción del año 2020, ese que hemos denominado el del Covid.

Pero este convenio guarda una sorpresa. Si el de ahorro fue el primero de España que regulaba el teletrabajo, este también es el primero, pero en regular el derecho ante la inteligencia artificial. Ahí queda eso.

En el artículo 80 del convenio, relativo a los derechos digitales, se regula el derecho a la educación digital y el derecho ante la inteligencia artificial. En el texto se defienden las herramientas basadas en algoritmos para llevar a cabo una gestión empresarial más eficiente en una empresa.

“Sin embargo, el desarrollo creciente de la aportación de la tecnología requiere de una implantación cuidadosa cuando se aplica en el ámbito de las personas. Por ello, las personas trabajadoras tienen derecho a no ser objeto de decisiones basadas única y exclusivamente en variables automatizadas, salvo en aquellos supuestos previstos por la ley, así como derecho a la no discriminación en relación con las decisiones y procesos, cuando ambos estén basados únicamente en algoritmos, pudiendo solicitar, en estos supuestos, el concurso e intervención de las personas designadas a tal efecto por la empresa, en caso de discrepancia”. Así reza el apartado del convenio destinado a inteligencia artificial.

Y subraya que la empresa debe informar sobre el uso de esta analítica en los procesos de toma de decisiones en materia de recursos humanos. Pues eso, casi nada. El cuidado que hay que tener ahora cuando se negocia un convenio colectivo. En el de banca también se incluye el derecho a la desconexión digital, el derecho de intimidad ante el uso de dispositivos móviles y el derecho a la intimidad ante las grabaciones de llamada, sonidos y geolocalización.

CincoDías

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