La pérdida de poder adquisitivo de las personas que trabajamos en el sector bancario, tras la firma por parte de los sindicatos CCOO, UGT y FINE del XXIV Convenio Colectivo de Banca, no parece tener límite. A mes de julio, con un IPC publicado del 10,8%, esta pérdida ya ha alcanzado la nada desdeñable cifra del 16,10% en tan solo dos años.
La ridícula subida pactada del 1% para el año 2022 nos coloca, “gracias” a estos sindicatos, como el sector con menor incremento salarial de todo el país. Justamente en un sector que está batiendo récord de beneficios año tras año.
Sin embargo, esta pérdida no parece que afecte del mismo modo a todo el personal bancario. En España hay 128 ejecutivos que en el año 2020 cobraron de media 2,178 millones de euros. Hecho este que hace que seamos el país con los directivos mejor pagados de toda Europa.
Dicho contraste, entre unos pocos y el resto, hace que sea todavía más sangrante y menos explicable la aceptación por parte de los sindicatos firmantes de subidas tan ridículas. Subidas no indexadas a la subida de la inflación, tal como desde CGT defendimos en la mesa del convenio, que hubiera blindado de manera efectiva nuestro poder adquisitivo.
La mejor manera de valorar el impacto que está teniendo en nuestros bolsillos la pérdida de poder adquisitivo, fruto de la desviación entre subida salarial e inflación, es viéndolo con datos.
Importes que no sólo nos afectan en lo inmediato. Es decir, en lo que estamos dejando de cobrar, sino que también repercuten indirectamente y de forma muy negativa en nuestro futuro, ya que de haberse efectivamente cobrado, impactarían de manera tremendamente positiva en nuestras cotizaciones, utilizadas estas para el cálculo de la pensión de jubilación o en los salarios consolidados utilizados para calcular salidas vía EREs y/o prejubilaciones.
Es decir, llevamos acumulada una inaceptable pérdida que va desde los 3.572,63 euros para el nivel más bajo, a los 8.703,79 para el más alto. O lo que es lo mismo, una pérdida de entre 146 euros y 362 euros al mes.
Y mientras ¿qué dicen o hacen las partes firmantes? Una, la patronal, dice “que los pactos están para cumplirse”. Es decir, se escudan en lo firmado para no variarlo, evitando así renegociar al alza o pagar directamente algún tipo de compensación. Y la otra, los sindicatos firmantes, disfrutando de los 50 liberados sindicales obtenidos con la firma del convenio y lanzando campañas estériles a través de la plataforma change.org, exigiendo recuperación salarial y laboral, olvidando inocentemente que son ellos con sus firmas los que han hecho que suframos tan terrible pérdida de poder adquisitivo y de puestos de trabajo.
Si realmente se quiere recuperar el poder adquisitivo perdido, cantidad que por otro lado, va directamente a la cuenta de resultado de los bancos y por ende, al futuro dividendo a repartir entre el accionariado, mayormente compuesto por fondos buitres y a la remuneración de los altos directivos, hay que pasar de la propaganda al conflicto.
Los derechos siempre se han conseguido en la calle y no practicando telesindicalismo en plataformas virtuales. Es por ello, por lo que desde CGT creemos necesarias llevar a cabo acciones sindicales contundentes, que obliguen a la patronal bancaria a abrir un proceso negociador que dé como fruto una necesaria y urgente subida salarial.
No obstante, no conviene olvidarse que el próximo mes de febrero del 2023 se celebrarán nuevamente elecciones sindicales. Por tanto, desde ya, quienes con su negligencia nos han hecho perder tal cantidad de poder adquisitivo, vendrán a pedir el voto con el argumento de que son ellos y no otros quienes mejor defienden los intereses de la plantilla. Momento propicio para recriminarles su actitud y aptitud y pasarles factura por ello, votando, en su momento, a sindicatos como CGT que realmente sí defienden y no venden ni hipotecan los derechos de las personas trabajadoras.
18 de agosto de 2022