La respuesta es obvia, todos y todas la conocemos de sobra: los paganos de los errores del banco somos los de siempre.
La experiencia nos dice que, cuanto más arriba se toman las decisiones, más descerebradas son y si por encima los encargados de transmitirlas son los arribistas de turno, ¡estamos aviados!
Conforme se acerca el fin del segundo trimestre, se hace más acuciante la presión para alcanzar el beneficio pretendido por el banco. Un beneficio que se consigue con el esfuerzo de todos y todas y que algunos no dudan en dilapidar en temas tan triviales, como la semanita del “E.R.E.S” SANTANDER o en temas mucho más serios, como son las remuneraciones de las diversas cuentas 123. Unos productos que pueden funcionar muy bien en unas geografías y ser a la vez, un desastre en otras, debido a las diferentes idiosincrasias de sus respectivos habitantes. Un desastre que se acrecienta con el excesivo sobrecoste que llevan aparejados, que penaliza tremendamente el margen de las oficinas y cuya viabilidad a medio plazo, según expertos analistas, está más que en entredicho.
No es que en C·G·T seamos doctores en economía, pero sabemos sumar dos y dos y hay algo que no cuadra en nuestras cuentas. Y menos aún después de un ERE, justificado en presuntas razones productivas y organizativas, avaladas por los sindicatos firmantes del mismo, en el que según la Empresa y ellos mismos sobra plantilla, la cual, tiene que someterse a remar en galeras romanas bajo el “un dos, un dos, latigazo…” del bienpagado o bienpagada de turno, para intentar maquillar el trimestre, evitando de ese modo salir retratado en la foto.
Seamos serios: No pueden llamarnos un día para decirnos que no cuentan con nosotros o nosotras, porque no estamos a la altura de “las expectativas” del banco, y al día siguiente exigirnos mediante correos repletos de exclamaciones y letras rojas, que desatendamos a nuestras familias, más si cabe, para fundirnos con el asiento de nuestro puesto de trabajo creando una simbiosis perfecta con él.
Pero esta sinrazón llega hasta el surrealismo buñuelista cuando de repente, comienzan a llegar correos electrónicos a los buzones de todas la figuras comerciales de la oficina con las exigencias de producción y seguimiento del “Plan de Choque 2T”. Unos correos que contienen quiméricas cifras inalcanzables, definidas por no se sabe quién, sin ningún estudio rigoroso que las justifiquen, cuya única finalidad es la de tener a la plantilla permanentemente intimidada y presionada. Presión e intimidación que refuerzan con el constante envío de ficheros y convocatorias a múltiples lyncs vespertinos.
Al final, tamaño delirio en las mentes de los ambiciosos personajes que deciden el futuro de la Empresa, y por ende el nuestro, sólo provoca en la plantilla el efecto contrario al deseado, ya que los retos, cuando son imposibles de alcanzar, sólo llevan al desánimo colectivo.
Desde C·G·T admiramos a todos los trabajadores y trabajadoras que cada día se levantan para ir a su puesto de trabajo aun sabiendo, que lo que se les pide es irrealizable y que aun así, pelean y luchan por conseguirlo; pero no podemos asumir, ni vamos a consentir la incompetencia de los que, desde sus poltronas sólo se aprovechan del trabajo ajeno para justificar sus sueldos astronómicos.