Nos encontramos en una semana especial en la que las entidades financieras están presentando sus resultados del año 2023. Unos resultados que no por esperados, no dejan de ser espectaculares por lo que suponen de obtención de unos beneficios históricos. Unos beneficios de en torno a 26.000 millones de €uros, únicamente sumando las cinco entidades más grandes del sector financiero, que sumados a los de todo el periodo del recientemente vencido XXIV Convenio Colectivo 2019-2023, alcanzan la friolera de más de 87.000 millones de €uros.
Mientras el sector financiero continua nadando en beneficios, repartidos convenientemente entre sus accionistas y entre su alta dirección, las plantillas del sector acumularon en el mismo periodo una inaceptable e injustificable pérdida de poder adquisitivo del 10%.
Desde CGT, a través de nuestros comunicados publicados sobre la marcha de la negociación del XXV Convenio Colectivo, ya veníamos anunciando la necesidad de acudir a medidas de acción directa para hacerle entender a la patronal bancaria, que las plantillas del sector no íbamos a permanecer impasibles, ya no sólo ante su insensible pretensión de que nos olvidemos de recuperar lo perdido, sino también ante su irrisoria propuesta de subida salarial planteada. Subida, para mayor escarnio compensable y absorbible, que nos condenaría irremisible e inexplicablemente a continuar perdiendo poder adquisitivo en el futuro. Propuesta ésta a todas luces inaceptable y tremendamente alejada de la nuestra.
Es por ello, por lo que iniciamos sin más demora esas medidas de acción directa anunciadas, con la convocatoria de una manifestación el próximo 8 de febrero que discurrirá por las calles de Madrid. Medidas que, en función de la insensatez patronal, irán endureciéndose paulatinamente hasta acabar desembocando, en último y no deseado extremo, en una convocatoria de huelga sectorial indefinida.