En tiempos en los que todo se mezcla interesadamente, es fundamental recordar algo básico: no somos lo mismo. No es lo mismo la empresa que quienes trabajamos en ella; no es lo mismo la propiedad que quienes vendemos nuestra fuerza de trabajo; no es lo mismo la alta dirección —la que decide, ordena y presiona— que la plantilla que sostiene el día a día del Banco Sabadell con su esfuerzo constante. Y si no diferenciamos esto, otros lo harán por nosotros… pero en su beneficio.
En CGT lo decimos con claridad: no te dejes engañar. Que nadie pretenda que porque te den un puñado de acciones, ya formas parte del lado de la propiedad. Trescientos granos de arroz no te convierten en dueño del arrozal. Es una ilusión, un espejismo diseñado para diluir identidades y borrar fronteras que sí importan. Un gesto pequeño, finito y perfectamente calculado, que actúa como la típica moneda lanzada desde el balcón para que parezca que todos participamos de una misma fortuna. Pero la realidad es evidente: unos deciden y acumulan, otros obedecen y sostienen.
Nosotras y nosotros sabemos muy bien qué es lo que realmente mejora nuestras condiciones de vida: una subida retributiva justa, que reconozca de verdad el trabajo de tantas compañeras y compañeros que llevan décadas encallados en el nivel 8, sin que la empresa asuma el valor real de su experiencia. Necesitamos políticas que alivien la carga laboral, que eliminen esa presión continua por objetivos imposibles, que reduzcan el estrés crónico y protejan nuestra salud. Porque la salud no se compra en bolsa, ni se negocia en un tablón de cotizaciones.
Por eso, cuando se nos pretende vender como “avance” lo que no es más que un gesto simbólico, alzamos la voz. Porque no queremos migajas revestidas de oportunidad, queremos derechos. No queremos pequeñas concesiones que se agotan, queremos condiciones dignas que perduren. No queremos falsas pertenencias, queremos reconocimiento real.
En CGT lo tenemos claro: somos trabajadoras y trabajadores del Banco Sabadell, no sus propietarios. Somos quienes hacemos posible su beneficio, y por eso exigimos que la empresa deje de ocultar la realidad bajo gestos cosméticos y empiece a asumir responsabilidades reales. Defender nuestros derechos es defender nuestra dignidad, nuestra salud y nuestro futuro.
Y eso, a diferencia de las acciones-regalo, sí es nuestro.

