Toda crisis es una oportunidad de replantear prioridades. Salir de ella con nuevas enseñanzas.
En la Sociedad: Hemos interiorizado qué servicios son esenciales. Entre ellos el financiero. El valor de los trabajos excede del concepto de “valor añadido”. Los cuidados, la limpieza, el transporte, la alimentación, se nos han rebelado como básicos. Lo común, lo que todas y todos necesitamos, nos ha unido y el esfuerzo por alcanzarlo nos humaniza. La interdependencia de necesidades nos ha hecho ver la propia de los Sectores productivos y de servicios. Porque quien aporta mucho por su capacidad personal, vale mucho, le necesitamos, pero a su vez, esa persona valiosa necesita a quien cuida a sus mayores o hijos, a quienes le garantizan su salud, a quienes le ponen al alcance de su mano el alimento diario, a quienes limpian su calle, etc.
En lo personal: Nos hemos sentido vulnerables. La vulnerabilidad de nuestra vida, que no sólo es la propia, sino que alcanza a la de nuestros mayores, nuestra descendencia, nuestras amistades, etc. La vulnerabilidad es condición humana, también del siglo XXI en cualquier Sociedad. Hemos comprendido la dependencia que tenemos del esfuerzo de otras personas. El apoyo mutuo, afectivo o económico, concreto o sólo anímico, ha estado en nuestros hogares, en las calles, en los balcones, como un valor primordial que da sentido a vivir en Sociedad. Hemos sentido el valor de la gestión colectiva de unas necesidades comunes, con unos medios escasos. Hemos entendido que redistribuir lo insuficiente requiere de organismos públicos, con criterios conocidos,transparentes, cuestionables y modificables. No hemos dejado de ser personas, con nuestro “yo”, entendiendo a la vez la necesidad de estar organizados en base a criterios públicos y transparentes, libre y coherentemente adoptados. Lo personal no tiene porqué ser lo contrario a lo social. El individualismo no construye, no aporta. Lo social, lo colectivo, resuelve, avanza.
En lo laboral: Se ha visto la interdependencia de las distintas funciones bancarias. Hemos comprendido que lo esencial de nuestra profesión es el Servicio Social. La venta de productos financieros ha de ser soluciones de servicio y no puntos en el ranking.
Se ha visto el valor de las personas que nos organizan, incluso cuando han fallado; pero, en el escalafón, quienes han resaltado son ese 17% rotatorio, que, de modo presencial, han sostenido el Servicio.
Hemos de sentirnos orgullosos de la capacidad organizativa y tecnológica demostrada por el Banco para que un % altísimo de plantilla hayamos podido ser suficientemente efectivos trabajando desde casa. Capacidad del Banco y sus técnicos y capacidad de adaptación de la propia plantilla.
Hemos sentido la importancia de la flexibilidad horaria. Algo que parecía tabú hace pocos meses. Hemos comprendido que lo presencial tiene valor y se puede compaginar con lo remoto. No se excluyen, se complementan. Incluso el valor de la oficina como foco del negocio ha recuperado vigencia.
En nuestros hogares, trabajando, hemos percibido aún mejor el valor de un Registro de Jornada real, sin trampas; porque resulta nociva la mezcla de lo personal y lo profesional de un modo continuado. El Sistema actual, no hay discusión posible, permite lo irreal, el truco, el engaño, la distorsión. No nos sirve.
Vamos comprendiendo el valor de nuestros derechos, como parte natural de una tensión constante entre unos intereses y otros. Y esos derechos, nacen de lo colectivo, de lo común. No vienen del amiguismo, de la sumisión o la pertenencia. Vienen del respeto mutuo partiendo del NOS NECESITAMOS.
No hay empresa sin trabajadores y no hay trabajadores sin empresa. El individualismo ni sirve, ni garantiza nada. Sólo en-
tender lo común, definirlo y valorarlo, va a aportar. La estabilidad laboral, la garantía de mínimos aceptables que nos garantizan nuestro proyecto vital, han de ser lo prioritario como personas asalariadas.
Hemos de repensar nuestras relaciones laborales. Percatarnos por fin de que su naturaleza mejora si mejora nuestra conciencia colectiva. Así, parece ahora más valorable que nunca contar con un CONVENIO SECTORIAL y UNOS ACUERDOS DE EMPRESA positivos, LO COMÚN.
Cuando el Convenio fija una pirámide salarial que va de 100 a 268%, lo variable (CVP y DOR) no pueden destrozarla y convertirla en enormemente puntiaguda. Topar el % de Incentivación sobre la Masa Salarial y referenciarla en el Salario de Convenio haría Equipo real y no por amiguismo. Topar el % de Complemento por funcionalidad sobre la Masa Salarial y referenciarla en el Salario de Convenio de modo público y transparente, reconocería el valor diferenciado a la vez que complementario de todas y cada una de las funciones bancarias en BBVA.
El “valor añadido” se ha visto desbordado por la crisis de salud pública y es bueno que nos limpiemos ahora la cabeza. El “valor básico” es lo que necesitamos para organizar nuestra vida personal, motivo por el que trabajamos. Lo común, lo que intercambiamos realmente por nuestro trabajo, es lo que ha de componer el gasto, la Masa Salarial de un proyecto empresarial que necesitamos sea sostenible y a la vez vidable. Porque le necesitamos “sano”, tanto como la Entidad necesita sana a sus integrantes: Desde el primero al último de la pirámide salarial, jerárquica.
Lo común, lo colectivo, requiere para su funcionamiento de una representación. Darle valor en lo que hace es tan necesario como dárselo en lo que no hace. Reconocer los diferentes modos de ejercer tal representación, parece no ya sólo de sentido común, sino de urgencia para el bienestar personal ligado al colectivo.
Los Sindicatos también tenemos un valor como expresión colectiva. No sería natural que fuéramos todos iguales, porque respondemos a distintos principios y prioridades. Nuestros criterios de relación, tanto interna como con nuestros representados, distan lo suficiente como para que cada cual tenga su propio sentido.
En CGT damos valor tanto a nuestra organización como a nuestra aportación en esta crisis. Nos sentimos orgullosos de nuestra apuesta colectiva, por lo común. El apoyo mutuo que representa una organización de personas asalariadas nos enriquece y creemos que hoy es más necesario que nunca.
Porque a medida que recuperamos la normalidad, hemos de ver en ello que nada será como antes, o nada habremos aprendido. Porque cada persona individualmente, en lo social, en lo personal, pero también en lo laboral sacará sus conclusiones (esperemos), hemos de tener presente que esta crisis conlleva un reto.
Ante ese reto, CGT apostamos por el valor de lo común, del colectivo. Más pronto que tarde, retomaremos las negociaciones pendientes (Convenio, Igualdad-Conciliación, Actualización BB.SS., Descongelación aportación Fondo Pensiones, etc.). Nada será como antes y no sólo por los formatos de las reuniones. En las crisis se ve cómo somos y qué es lo que más vale. Pensémoslo.