Algunos sindicatos, con la supuesta pretensión de mejorar las condiciones de la plantilla de Santander Personal, cosa que ni siquiera han conseguido, han abierto al Banco con la firma de un acuerdo la posibilidad de trasladar obligatoriamente a esta unidad a cualquier persona a la que le cierren su oficina o concentren en la suya a una cerrada, lo que le supondrá una importantísima modificación sustancial de sus condiciones de trabajo
El pasado mes de junio se abría una mesa de negociación para, supuestamente y según los sindicatos cortesanos, mejorar las condiciones laborales del personal que prestaba sus servicios en el departamento denominado Santander Personal. Un departamento de gestión remota que atiende a carteras de los segmentos de particulares, select, negocios, banca privada y banca internacional.
Finalmente, tras unas reuniones de postureo, el pasado 21 de julio los sindicatos CCOO, FITC y STS firmaron irresponsablemente, tal como augurábamos, un acuerdo que en nada mejoraba sus condiciones, sino más bien todo lo contrario, ya que, entre otras, recortaba de manera importante la jornada reducida de verano y legalizaba todas las prácticas ilegales que en materia de horario el Banco había venido cometiendo y que, además para más escarnio, escondía como siempre le gusta al Banco un caballito de Troya: El traslado obligatorio y a su capricho a este departamento al personal de la red cuya oficina cierre o concentre una cerrada.
Hoy en día existen unidades de Santander Personal en Madrid, Barcelona, Cantabria, Sevilla y Valencia, aunque ya tenemos noticias del interés del Banco en ampliarlas a otras plazas en su afán de potenciar la banca digital en detrimento de la tradicional. Lo que podía llevarnos a que en un futuro cercano pudiera haber unidades en todas las provincias.
Por motivos del COVID19 todavía existen unas 700 oficinas que permanecen cerradas y sobre cuya reapertura no tenemos noticias. Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que ahora en otoño cerrarán definitivamente al menos varias centenas de ellas, lo que nos lleva a un peligroso excedente de plantilla potencialmente trasladable, gracias al nefasto acuerdo, a estas unidades.
Por tanto, nos podríamos encontrar con una suerte de Banco paralelo de carácter digital, con una plantilla que pudiera alcanzar antes de fin de año, al menos, un millar de efectivos, cuyo futuro dentro de Banco Santander no estaría garantizado, quedando a criterio del directivo de turno su segregación y/o externalización. Cosa que, dado ese hipotético e indeseable caso, se encontraría con una hostilidad manifiesta por parte de CGT.
Si bien, como hemos indicado, el citado acuerdo habilita al Banco a trasladar a su antojo únicamente al personal de las oficinas que se cierren o al de las que concentren cerradas, estamos teniendo noticias de una campaña masiva de ofrecimientos velados, aprovechando la aparente desaparición de los gestores select, para que compañeros y compañeras acepten voluntariamente su adscripción a estas unidades. Y decimos voluntariamente, ya que insistimos, salvo que su oficina cierre o concentre a una que cierra, el Banco no puede forzar a la gente a aceptar el traslado, por la modificación tan sustancial de las condiciones de trabajo que ello supone.
Todo apunta, por tanto, a un especial interés por parte del Banco en un otoñal desembarco masivo de personas en esta unidad. Personas que, lejos de mejorar, van a sufrir un importante desgaste físico y emocional por 1) las interminables jornadas, no olvidemos que el horario de trabajo establecido, que impide cualquier posibilidad real de conciliación de la vida laboral y familiar, gracias al sindicalismo amiguete, es de 8:30 a 19:00 horas de lunes a jueves, así como por 2) la exacerbada presión comercial para vender, a modo de teleoperador robotizado, productos enlatados que, en la mayoría de los casos, para variar, poco tienen que ver con el interés y las necesidades de la clientela.