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La pandemia de BBVA

Una pandemia es un brote de enfermedad que se extiende y afecta a una gran cantidad de personas. Se considera pandemia cuando la afectación por dicha enfermedad es porcentualmente importante en un espectro de población o colectivo. Así pues, estaremos todos de acuerdo, por lo menos la gran mayoría de la plantilla, que en BBVA existe una pandemia que día tras día afecta a un número mayor del personal que trabaja en nuestra empresa.

Pese a que en BBVA se intenta negar u ocultar, desde el departamento de Prevención de Riesgos, mediante evaluaciones de riesgo psicosociales de dudosa validez para cumplir su cometido, que existe una afección creciente de forma exponencial que daña a las personas trabajadoras del Banco, el índice de bajas laborales por esta pandemia va creciendo en nuestra empresa.

Esto último concuerda con las cifras globales de nuestro país, que según los datos que hemos recogido, el absentismo laboral en España se ha duplicado desde el año 2000, estando la media en el entorno del 4 %, siendo el dato de nuestra empresa a cierre del año 2022 del 5% (¡superamos la media!) -no tenemos más datos de BBVA, que incumple, nuevamente, con la obligación de proporcionar una serie de datos a la RLPT-.

La mayoría ya os imagináis de que estamos hablando, pero por si a alguien no le ha quedado aún claro, o considera que son casos aislados que descartarían por completo la pandemia, queremos aclarar que estamos hablando de LA ANSIEDAD, ANGUSTIA, DEPRESIÓN…EN DEFINITIVA DE LAS DOLENCIAS VINCULADAS A LOS RIESGOS PSICOSOCIALES.

Las causas que provocan esta enfermedad están totalmente detectadas y son claras:

➢    La precariedad de personal en una red de oficinas cada vez más reducida como consecuencia del recorte producido por el ERE de 2021 tanto en personal como en puntos de venta.

➢     Las presiones constantes por alcanzar unos objetivos, de por sí inalcanzables.

➢     El control exhaustivo de nuestra gestión diaria, poniendo en duda nuestra profesionalidad.

➢     Los “inexistentes” ránquines como elemento comparativo con las personas de nuestro entorno profesional.

➢    La agresividad verbal de nuestros clientes, que por desgracia se ha vuelto habitual, para trasladarnos su malestar creciente por el deficiente servicio que reciben, todo como consecuencia de la falta de personal y de un mal plan comercial.

➢    La precariedad de las instalaciones que en muchos casos convierten nuestro centro de trabajo en un espacio donde se hace complicado desarrollar nuestra tarea diaria…Pensemos en calefactores en invierno o “pingüinos” en verano para paliar la deficiente climatización de los espacios.

Todo ello, como no podía ser de otra manera, afecta, y de forma recurrente, a la plantilla que lo sufre. Insistimos:

NO SON CASOS ESPORÁDICOS, NI AISLADOS.

La consecuencia de todo ello es una plantilla enferma. En algunos casos, cada vez son más, diagnosticados (de ahí el aumento de las bajas laborales). En otros, la gran mayoría, sin haber pasado aun por consulta, pero con tranquilizantes en su dieta. En todo caso los síntomas son comunes y aquí no hay mascarillas que puedan paliar su efecto.

Con este escrito pretendemos concienciar, a quienes provocan que este “virus” se expanda por nuestra empresa, esos “responsables” que lejos de vacunar a sus plantillas contra la ansiedad y la angustia, provocan que estos síntomas aumenten, por el mero hecho de poder asegurarse un buen incentivo a final del cuatrimestre o del año. Esa es su única medicina y para conseguirla hacen enfermar al resto.

Evidentemente desde la empresa no se aplican medidas paliativas que ayuden a erradicar estas situaciones. Podríamos decir que pese a ser poseedores de la vacuna se niegan a administrarla. Prefieren incentivar el aumento de brotes eligiendo a “responsables” dañinos.

También queremos concienciar a la plantilla. No merece la pena perder la salud por conseguir unos objetivos inalcanzables y fuera del sentido común. Seamos fuertes y defendamos nuestra integridad y profesionalidad. Para ello solo nos ayudará ser solidarios desde lo colectivo. Olvidemos la individualidad que nunca nos reportará una mejoría y que, además, ya tenemos suficiente constancia de ello. No aportará tampoco reciprocidad por parte de la empresa al esfuerzo desmesurado que realizamos día tras día.

Por último, pero no menos importante, que estas presiones no nos lleve a cometer errores imperdonables en nuestro buen hacer que provoquen no solo el contagio de esta pandemia, sino además la muerte como trabajador/a como consecuencia de un despido por mala praxis.

CGT, SIEMPRE A TU LADO

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